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Hablemos del merecimiento...

  • Foto del escritor: Juli Cadavid
    Juli Cadavid
  • 19 nov 2023
  • 2 Min. de lectura

Hablemos del merecimiento. En el vasto escenario de nuestras vidas, la sensación de no merecimiento actúa como un velo que eclipsa la posibilidad de crear una existencia extraordinaria. Cuando esta creencia arraiga, se convierte en un obstáculo sutil pero formidable, bloqueando la entrada a las oportunidades que la vida nos ofrece.


hablemos del merecimiento

La búsqueda de comprender y experimentar el merecimiento es un viaje que todos emprendemos, a veces de manera consciente y otras, en las sombras de la autoexploración. La clave radica en desentrañar la complejidad de la vergüenza y el merecimiento, entendiendo que, si bien la vergüenza puede conducir a la autodestrucción, bien canalizada, es la puerta hacia la dignidad.


"Aceptamos el amor que creemos merecer", resonando como un eco en cada rincón de nuestras vidas. El merecimiento, o su carencia, se manifiesta en relaciones, sexualidad, trabajo, abundancia, y hasta en la relación con nuestro propio cuerpo. Es un tejido que se entrelaza con cada aspecto de nuestra existencia, manifestándose como auto sabotaje cuando nos colocamos trabas y obstáculos, lo que conocemos como el arte de boicotearnos a nosotros mismos.



hablemos del merecimiento

Nuestra cultura, atrapada en la narrativa del esfuerzo desmesurado, nos ha llevado a vincular el sufrimiento con el merecimiento. Nos hemos convencido de que solo a través de años de sacrificio y arduo trabajo podemos aspirar a una vida valiosa. Sin embargo, esta creencia se vuelve dañina para nuestra autoestima, creando la falsa premisa de que el esfuerzo debe ir de la mano con el sufrimiento.

La pregunta esencial resuena: ¿cuánto nos sentimos dignos de recibir todo lo que la vida tiene para ofrecernos? La autovaloración se convierte en el crisol donde se forja el merecimiento. Si creemos que somos valiosos, la puerta del merecimiento se abre de par en par.


El merecimiento se presenta de manera única para cada individuo. Puede manifestarse en decisiones cruciales, desde poner fin a una relación que no nos dignifica hasta embarcarnos en el viaje de la terapia en búsqueda de un bienestar más profundo. Este sentido interno de merecimiento no puede ser otorgado por otros; es un regalo que nos damos a nosotros mismos cuando reconocemos nuestra valía.


Las consecuencias de no sentirnos merecedores son profundas. Se traducen en vergüenza, en la creencia de que algo está intrínsecamente mal en nosotros, en la crítica constante a nuestro cuerpo y vida. La falta de merecimiento nos conduce a quedarnos en la zona de confort, a conformarnos y a no alcanzar nuestro verdadero potencial.


Cultivar el merecimiento implica un cambio interno y profundo. No hay una receta mágica, pero el primer paso es la reflexión y la introspección. Cuestionarnos, explorar nuestras creencias limitantes y estar dispuestos a desafiarlas nos abre la puerta a una vida donde nos sentimos merecedores de cada alegría, logro y amor que el universo tiene reservado para nosotros.

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