Sobre la convivencia en pareja...

La convivencia en pareja, la SANA convivencia, esa utopía relacional que todos anhelamos, va más allá de meros requisitos. Se trata de un delicado equilibrio entre la consideración hacia los sentimientos del otro, la tolerancia ante las diferencias, y la compasión que nos insta a calzarnos los zapatos ajenos. Requiere una voluntad constante para ser mejores, un acto de bondad que fluye hacia la libertad compartida y la apreciación por la individualidad del ser amado.

En este trayecto, descubrimos que ser positivos y vulnerables no son antónimos, sino aliados para forjar relaciones robustas. Entender la responsabilidad afectiva se convierte en una brújula, recordándonos que nuestras palabras y acciones reverberan en el otro, exigiendo cuidado y respeto.

Pero, ¿cómo alcanzar esa convivencia plena? La respuesta se halla en el autoamor y autoconocimiento. Reconocer nuestros errores, heridas y límites, explorar nuestras prioridades y emociones, comprender cómo nuestro ego influye en la ecuación. Amar nuestras libertades y pasiones, respetar nuestros espacios personales y los de nuestra pareja, son pilares fundamentales.

Este viaje, mi propio recorrido de aprendizaje, no promete facilidades. Sin embargo, cada día revela nuevas facetas de mí mismo, me confronta con límites desconocidos y subraya la importancia de los espacios personales. Amar, descubro, no es poseer, sino decidir compartir la vida con libertad. No hay cláusulas ni fechas de caducidad, solo un sendero lleno de posibilidades que elegimos explorar juntos.

A medida que avanzo, espero encontrar la fuerza interna, la paz mental, la inteligencia emocional y la responsabilidad afectiva necesarias para construir una convivencia plena. Porque en este camino, sé que mi felicidad se entrelaza con la felicidad de alguien más.